¿Cielo o infierno?
La conciencia divina gira la llave en todos los humanos que se saben divinos, abriendo las puertas del Cielo. Dios va de vuelta a su Centro. Con intención de quedarse allí una temporadita.
La conciencia divina gira la llave en todos los humanos que se saben divinos, abriendo las puertas del Cielo. Dios va de vuelta a su Centro. Con intención de quedarse allí una temporadita.
En medio de este mal sueño divino, de aparente caos, dios ha decidido dejar de sufrir su humana ignorancia divina y nos dirigimos, tras sufrir personalidad múltiple disociada, hacia un sueño lúcido amorosamente asociado a la divinidad. Este divino auto boicot tiene los días contados.
La vida humana individual y colectiva, se rige por la consciencia y por el inconsciente, llegando el inconsciente a boicotear el propio bienestar, sin siquiera saber conscientemente cómo. Del mismo modo, la consciencia divina identificada voluntariamente con sus múltiples formas de vida, se rige por su pretendida inconsciencia, olvidada de sí dentro de su onírico sueño, perdida en su experiencia vital en un estado amnésico y sufriente. Como hace la inconsciencia individual y colectiva con uno mismo.
El amor mal declinado forma parte de la vida, de este sueño y de este mundo, mas no puede continuar gobernándolo. La degeneración humana no puede seguir al timón del barco hasta hacerlo naufragar, del mismo modo que el perro no puede hacerse cargo de su familia humana. Simplemente, no puede ser. El sufrimiento divino que conlleva el sueño hipnótico, la terrible pesadilla, el hedor que emana de la putrefacción que forma parte de la vida muerta, despierta al divino soñador. Su voluntad no es dejar de soñar, sino soñar lúcidamente para revertir la pesadilla en gozo, a través de una humanidad lúcida.
La máscara divina no es más que la idea de ser la máscara, como un señor disfrazado de cucurucho de helado que se cree un helado de fresa.
La voluntad divina, amorosamente impulsada a constatar la vida, está llegando a una inflexión largamente anunciada, a un sueño hipnótico saturado de apariencias e inconsciencia, que se torna un sueño lúcido. Exploradora voluntaria de sus potenciales más oscuros, inconscientes y divergentes de su naturaleza innata, la divinidad se torna hacia su luz y su consciencia, para soñar con lucidez.