Recuerdo a mi madre entonando la canción
«Soy Rebelde» de Jeanette, por mi eterna resistencia a acatar ciertas normalidades.
Profesionalmente dedicada a la arquitectura técnica, está en mi naturaleza la búsqueda de trascendencia, el gusto por la decoración de interiores, el interés por la astrología y la afición a la danza clásica.
En algunas lenguas, Maite significa «amada, querida con afecto». Así me he sentido siempre. Mi complacencia ha convivido con la reticencia a aceptar la locura de esta realidad como cordura y con la necesidad, discreta pero irrefrenable, de respuestas.
En primavera de 2011, ocurrió de repente «mi despertar» al descubrir que soy la expresión divina siendo yo, viviendo a través de mí. Pero saber qué soy, de dónde vengo y a dónde voy no acabó con la búsqueda, ni con mi sufrimiento, pues ignoraba el por qué y para qué de un despertar que, sin cambiar nada, lo cambió todo.
Una década después, en plenos acontecimientos de 2020, comprendí que despertar no era el fin, sino el inicio de la iluminación individual, y que el gran despertar colectivo que está aconteciendo en el mundo no es otra cosa que la Presencia divina irrumpiendo en la escena, con su no-rostro asomando en la tierra, un giro (in)esperado de los acontecimientos de esta historia humana que se torna divina y cuyas claves comparto contigo en (Des)Encantamiento