Ingobernables
El amor mal declinado forma parte de la vida, de este sueño y de este mundo, mas no puede continuar gobernándolo. La degeneración humana no puede seguir al timón del barco hasta hacerlo naufragar, del mismo modo que el perro no puede hacerse cargo de su familia humana. Simplemente, no puede ser. El sufrimiento divino que conlleva el sueño hipnótico, la terrible pesadilla, el hedor que emana de la putrefacción que forma parte de la vida muerta, despierta al divino soñador. Su voluntad no es dejar de soñar, sino soñar lúcidamente para revertir la pesadilla en gozo, a través de una humanidad lúcida.